Puede que Ryan García esté a punto de protagonizar una superproducción de pago por visión, pero en los prolegómenos de su pelea con Devin Haney se ha comportado más como un divo que como un boxeador en activo.
García se ha convertido en un fenómeno viral en las últimas semanas, aunque no en el buen sentido, ya que han surgido teorías conspirativas, extrañas transmisiones en directo con los aficionados y vídeos ridículos.
García (24-1, 20 KOs) intentará conquistar el primer título mundial de su carrera cuando pelee con Haney por el título de peso welter junior de la WBC el sábado en el Barclays Center de Brooklyn, Nueva York.
El contraste entre la promoción del combate del sábado y la de la otra pelea estelar de García -una derrota ante Gervonta Davis el pasado abril- no podría ser más marcado. En el período previo a Davis, García salió como un perdedor esperanzado que se esforzaba por demostrar su valía. ¿En las últimas semanas? Se ha comportado casi como un niño con poca capacidad de atención que salta de un comportamiento a otro en busca de atención.
En una entrevista concedida a GQ Sports, García y Haney (31-0, 15 nocáuts) se sentaron juntos para hablar de sí mismos, del otro y de su pelea.
"Ni siquiera necesito boxear", dijo García. "Boxeo porque me encanta, y soy así de bueno. Pero no necesito boxear".
Haney, que parece asegurado para el sábado, parece pelear por todas las razones correctas. ¿García? No está claro cuál es su motivación. Aunque a veces el legado parece importarle, hay otras en las que parece irrelevante para él. García también parece más fascinado, para bien o para mal, por entretener e interactuar con los aficionados que la mayoría de los boxeadores modernos. No ha definido con firmeza los términos de lo que quiere conseguir en el boxeo.
Y nada de lo que dice en la entrevista de GQ aporta más claridad.
"Si me retirara hoy", dijo García, "viviría opulentamente el resto de mi vida".
García afirma que su fe le guía, pero pocos boxeadores -y muchos menos devotos- han juergueado y seguido adelante (al menos públicamente) de la forma en que García lo ha hecho estas últimas semanas.
"Quiero hacer lo que Dios quiera que haga y cumplir su voluntad", dijo García cuando se le preguntó por su legado en el boxeo. "Ese es el único legado que estoy aquí para dejar -y hacer- y si soy capaz de hacerlo, mi nombre hablará por sí mismo".
Lo sepa García o no, su legado se escribirá, hasta cierto punto, en función de cómo actúe contra Haney. Con todo el ruido que García ha hecho en los canales sociales, entrevistas, conferencias de prensa y en otros lugares, los aficionados están ansiosos por algo real: la pelea del sábado.
Sus verdaderas motivaciones pueden revelarse entonces.