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Prograis no convence en su defensa del título superligero de la WBC ante Zorrilla

Regis Prograis logró una victoria por decisión dividida en su pelea de regreso a casa, en Nueva Orleans, contra Danielito Zorrilla.

El campeón de peso superligero de la WBC, que lleva mucho tiempo insistiendo en que es uno de los dos boxeadores más importantes del mundo en las 140 libras, tuvo dificultades para convencer al puertorriqueño, que aceptó su pelea con un mes de antelación y, en el proceso de hacerlo, quizás incluso perjudicó su cotización.

La semana después de que Teófimo López fuera tan convincente al amenazar con detener a Josh Taylor en el teatro del Madison Square Garden, Prograis había empezado a insistir en que era el mejor superligero en activo de todos. En lugar de ello, ante 6.319 espectadores en el Smoothie King Center y en vísperas de la pelea de mayor envergadura que se espera contra un oponente de mayor perfil, se le concedió la victoria por puntuaciones de 118-109, 113-114 y 117-110.

En la noche de su primera pelea en su ciudad natal en cinco años y la primera pelea por el título mundial en Nueva Orleans en 23, incluso más que la falta de ambición de Zorrilla, su pelea estuvo definida por la incapacidad de Prograis para cortar el ring. Prograis sigue siendo un boxeador elegante y atlético, pero frente a un rival decidido a sobrevivir y a mantenerse a la defensiva, se frustró rápidamente y luchó constantemente no sólo para calcular la distancia entre ambos, sino para acortarla.

Prograis sabrá que haber esperado pelear con el australiano Liam Paro hasta hace un mes no habrá ayudado a su preparación. A pesar de todo, también tuvo suerte de que el árbitro Ray Corona dictaminara como empujón la mano derecha de Zorrilla que le derribó en el primer asalto.

El campeón había herido a Zorrilla con una izquierda cuando éste, a su vez, recibió un derechazo, cayó hacia los pies de Zorrilla, le rodeó con los brazos y tiró a su rival a la lona. En medio de la incertidumbre de lo que acababa de ocurrir, Corona echó de menos que el púgil de 34 años hubiera sido derribado, aunque se recuperó rápidamente.

El hecho de que se mostrara más agresivo durante el tercero, después de haber permanecido cauto durante todo el segundo, demostró que se había dado cuenta de lo sucedido. Sus movimientos más suaves contribuyeron a que aterrizara una mano izquierda en la barbilla de Zorrilla sin apenas aviso, y aunque no aterrizó limpiamente Zorrilla cayó de forma aún más convincente.Cuando volvió a ponerse en pie, Prograis intentó forzar la parada descargando sobre él en la esquina, antes de hacer gala de paciencia y de su experiencia para retroceder cuando se dio cuenta de que Zorrilla no estaba de nuevo a punto de caer.

Si Prograis lo hizo en parte por convicción, tendría más oportunidades de registrar una quinta parada consecutiva, pero fue la falta de convicción de Zorrilla lo que en última instancia más le preocupó. Su reticencia a comprometerse y el éxito que estaba teniendo a la hora de evitar el castigo a contrapié hicieron poco para disuadirle de permanecer allí; también se vio recompensado por hacerlo cada vez que Prograis lanzaba un golpe y se quedaba corto.

A Prograis, del mismo modo, no le ayudó su reticencia a asumir riesgos después de lo que debería haber contado como el primer derribo del combate; la mezcla de estilos entre ambos en el último choque de un zurdo contra un rival ortodoxo también acabó perjudicándole. 

Cuando en el sexto asalto alcanzó y aterrizó con una mano izquierda, cerró la distancia entre ambos y dejó que sus manos fueran al cuerpo de Zorrilla, no habría sabido que su velada no volvería a ser tan positiva. Hubo raros momentos en los que llamó la atención -como es natural en un boxeador con su habilidad-, pero también hubo abucheos ocasionales del público que se había presentado para apoyarle, la insatisfacción por la decisión dividida, y ninguno cuando Zorrilla parecía en riesgo de ser detenido.