Otra ocasión pública, otro idilio para los Haney.
Los 17,000 espectadores presentes en el Chase Center de San Francisco para presenciar cómo Devin Haney destronaba a Regis Prograis como campeón del peso superligero de la WBC generaron una gran ovación, lo que -después de que fuera abucheado durante todo el combate por los asistentes a Las Vegas en mayo, cuando destacó al superar a Vasyl Lomachenko pero, en parte debido a esos abucheos, fue considerado un ganador controvertido- hizo natural que disfrutaran de la ocasión.
Sus nuevos promotores y difusores, Matchroom y DAZN, que ya trabajaban con Prograis en el momento de Haney-Lomachenko, también demostraron cuál de los dos boxeadores valoraban más a través de su material de marketing que representaba "Haney contra Prograis", y no al revés, independientemente de la condición de Prograis como campeón defensor.
En su primer combate en las 140 libras, Haney era notablemente más grande que Prograis, un boxeador ya establecido en ese peso. A su conclusión, fue un ganador tan convincente que a su padre, entrenador y mánager, Bill, se le unió el normalmente falto de clase Mauricio Sulaimán, de la WBC, para consolar al hijo de Prograis, Ray.
En la rueda de prensa posterior al combate, en la que Bill Haney había orquestado la última ronda de vítores y desestimado incluso la victoria de Terence Crawford sobre Errol Spence para promover las pretensiones de su hijo como "boxeador del año", también habló de otros boxeadores que "empañan el deporte diciendo que los cinturones no importan". En realidad, los cinturones rara vez importan. Pero lo más significativo es que ProBox TV escuchó una vez a Bill Haney quejarse de que una publicación de Las Vegas excluyera a su talentoso hijo de la clasificación libra por libra, sugiriendo que ellos también -y con razón- veían más valor en la reputación, que un campeón derrocado todavía respetado por sus logros y su dureza como Prograis esperaría compartir por encima de todo.
Es probable que el hecho de que se hablara tanto de que Haney pasaría al peso welter y pelearía en Arabia Saudí fuera un guión de Haney padre, tan consciente de la importancia de lo que cada vez más se conoce como "óptica" que se puso una chaqueta con la marca de la WBO para asistir a la pelea por el título de la WBO del peso superligero entre Josh Taylor y Teófimo López en Nueva York en junio.
Indiscutiblemente guionizada por Bill Haney fue la pregunta de su entrañablemente inocente hija de nueve años en la misma rueda de prensa posterior al combate, en la que preguntó a su hermanastro -el nuevo campeón- si acababa de participar en una sesión de "sparring" o en un combate.
También estuvo presente en esa misma rueda de prensa su abuela Renee, cuya lucha contra el cáncer puso en peligro sus esperanzas de asistir, pero evidentemente no la frenó.