Cuando Tyson Fury y Oleksander Usyk se enfrenten el sábado, no será por el indiscutible título mundial de los pesos pesados, sino también por una riqueza que va más allá de los sueños de la mayoría de la gente.
Al parecer, Usyk se llevará a casa unos 30 millones de dólares, mientras que el copromotor de Fury, Bob Arum, ha declarado: "Si le dijeras a Tyson Fury que va a ganar 100 millones de dólares, se enfadaría mucho porque piensa, y creo que tiene razón, que va a ganar mucho más".
Mientras que los boxeadores mejor pagados ganan más que nunca -se dice que Canelo Álvarez también se llevó a casa 35 millones de dólares por vencer a Jaime Munguía a principios de este mes-, los que están en la parte inferior de la cadena alimenticia luchan por salir adelante, y un nuevo estudio del UCLA Latino Policy & Politics Institute muestra hasta qué punto.
El estudio, Down But Not Out: Labor Struggles for Professional Boxers in California's Ring, se centró en los boxeadores -y específicamente en los boxeadores latinos y latinas- en California, señalando que del 2017 al 2022, aproximadamente el 14% de todas las tarjetas de boxeo en los Estados Unidos (453 de 3,178) tuvieron lugar en el Estado Dorado y que el 49% de los boxeadores en esas tarjetas de California eran de ascendencia latina.
Se descubrió que, aunque los combates de alto nivel para el campeonato atraen inevitable y comprensiblemente la mayor atención, el 84% de todas las peleas celebradas en California durante el periodo de estudio fueron combates a cuatro, seis u ocho asaltos y que la compensación media por esos combates oscilaba entre 1,500 dólares por combate a cuatro asaltos y 7,000 dólares por combate a ocho asaltos. Por tanto, pelear cuatro combates de ocho asaltos al año podría reportar unos ingresos anuales de 28,000 dólares anuales, lo que, según el estudio, supone 5,000 dólares menos que los ingresos anuales de un trabajador a tiempo completo que gane el salario mínimo de California.
Además, según explica a BoxingScene el autor principal del estudio, Rudy Mondragón, del Institute for Research on Labor & Employment de la UCLA, esas cifras en realidad exageran sus ingresos.
"No reflejan el 10% que va a su entrenador, el 10% que va a su mánager, el coste de su campo de entrenamiento, que puede oscilar entre 200 y 2,000 dólares", explica. "Hay muchas cosas entre bastidores que tienen muchos matices y son complicadas. Un boxeador puede trabajar en el gimnasio donde se entrena para compensar el coste. Algunos boxeadores reciben dinero de su familia para poder hacer rehabilitación, trabajo, ventosas, acupuntura, fisioterapia, etcétera".
Además, como contratistas independientes, la mayoría de los boxeadores tienen poco o nada en términos de redes de seguridad.
"No están cubiertos por las normas laborales federales, estatales y locales, lo que significa que no existe un salario mínimo legal. California tiene una bolsa mínima de 100 dólares por round, pero no me consta que otros estados tengan un mínimo similar", explica Mondragón.
El estudio abordó casos como el de Joel Díaz, que ahora es un respetado entrenador, pero que se vio obligado a retirarse de los cuadriláteros a los 24 años tras sufrir un desprendimiento de retina.
"Y entonces ni siquiera pudo optar a su pensión, porque no acumuló suficientes asaltos durante ese tiempo como para que se pueda argumentar a favor de cobrar esa pensión en California", explica Mondragón.
"También entrevistamos a un boxeador que peleó tres veces a cuatro asaltos en un año y ganó menos de 5,000 dólares. Y en ese año también sufrió una lesión ocular que le apartó de su carrera boxística. Pero nada de eso es compensado por los promotores que organizan estos eventos. Hay un seguro para la noche del combate, pero a menudo se trata de lesiones que se presentan días después del combate. Y luego son los boxeadores los que tienen que tragarse el coste de las operaciones o tratamientos de esas lesiones que sufren mientras trabajan como contratistas independientes".
El estudio hace varias recomendaciones para mejorar el bienestar de los boxeadores en la parte baja del tótem. Una de ellas es que el pago mínimo de 100 dólares por asalto en California se aumente a 375 dólares por asalto, garantizando que la paga media de 1,500 dólares por un combate de cuatro asaltos se convierta en la bolsa mínima. Otra es que se aumente la cantidad de dinero que se destina, al menos en California, a las pensiones de los boxeadores.
En la actualidad, California paga el fondo de pensiones de sus boxeadores a través de una tasa de 88 centavos por entrada que se aplica a todas las carteleras del estado, pero esa cifra tiene un tope de 4,600 dólares por evento. En el 2023, la pensión media de los boxeadores supondría un pago único de 17,000 dólares. El estudio sostiene que el tope debería elevarse a 200,000 dólares por evento, y los pagos ajustarse en función de la inflación.
Otro componente clave: la educación. Dado que son pocos los boxeadores que se inician en este deporte con conocimientos de gestión financiera, el estudio sostiene que una herramienta de educación financiera debería ser un componente clave del proceso de concesión de licencias profesionales a los boxeadores por parte de las comisiones.
Mondragón cree que el estudio añade peso a las demandas de una autoridad central y unificada que gestione el boxeo en Estados Unidos. Mientras tanto, sin embargo, dado que el 43% de los combates en EE.UU. se celebran en California, Texas, Florida, Pensilvania, Nueva York y Nevada, sugiere que esos estados clave podrían unirse para crear una autoridad funcional por la que se rija el deporte en otros lugares.
"Ya existe un liderazgo que puede unirse y hacer realidad algo así", afirma. "Y dado lo que tenemos y los activos que tenemos en el boxeo, creo que sería una ruta potencial para gobernar esencialmente el deporte".
Mondragón subraya que su motivación para el estudio fue que él mismo es un aficionado al boxeo que quiere mejorar este deporte.
"Pero también quiero criticar a la industria y al negocio del boxeo, porque siento que nos estamos quedando atrás en términos de proteger mejor a una fuerza laboral tan importante, porque no son artistas", dice. "Quiero que este informe transmita el mensaje de que, al fin y al cabo, son trabajadores. Realizan un trabajo muy arriesgado para poder pelear a nivel local y en los grandes estadios. Por eso creo que es importante que nos ocupemos de ellos y pensemos en los boxeadores no como celebridades y artistas, sino ante todo como trabajadores".