Hace unos años, cuando Ryan García, Devin Haney, Teófimo López y Gervonta Davis hacían ruido como contendientes invictos en las 135 libras, los bauticé pública y precipitadamente como los "Cuatro Príncipes". Fue deliberadamente evocador y provocador, otorgado con la esperanza de que este cuarteto de talento se cruzara en el camino con la frecuencia de Ray Leonard, Roberto Duran, Thomas Hearns y Marvin Hagler, cuyos múltiples y clásicos encuentros les valieron el sobrenombre de los "Cuatro Reyes".
Advertencia importante nº 1: con esto no quería sugerir en absoluto que yo pensara que este cuarteto era tan grande como esos grandes de todos los tiempos, ni siquiera que tuviera necesariamente el potencial para llegar a serlo. Se trataba más bien de tener a cuatro boxeadores de talento genuino de edad similar en la misma categoría de peso y la esperanza de que se mezclaran y combinaran y nos dieran una serie de encuentros clásicos que esta generación pudiera recordar con el mismo cariño que mi generación recuerda esa serie entre cuatro grandes de todos los tiempos.
Pero, al poco tiempo, parecía que había fracasado. López perdió, sorprendentemente, contra George Kambosos, aunque, para ser justos, lo hizo en un estado de salud que debería haberle llevado al hospital y no a un ring de boxeo. Tal vez sólo fuera un pequeño contratiempo; quizá Shakur Stevenson pudiera ocupar su lugar. Pero entonces Stevenson puso un huevo contra Edwin De Los Santos en una de las peores peleas de los últimos años, y mientras tanto López comenzó a alternar salidas emocionantes con chapuzas húmedas, como el festival de aburrimiento contra Jamaine Ortiz. Entonces Davis se vio envuelto en un embrollo legal y, de repente, la ventana pareció cerrarse.
Leonard acababa de cumplir 24 años cuando se enfrentó por primera vez a Duran; cuando tenía 25, había peleado de nuevo con Duran y venció a Hearns. López y Stevenson tienen ya 26 años y Davis 29, y antes del sábado por la noche todo el grupo había disputado precisamente un combate contra sus rivales putativos: La victoria de Davis sobre García en el séptimo asalto el año pasado.
Aquel, sin embargo, fue un gran acontecimiento: junto a la demolición de Errol Spence por Terence Crawford, una de las peleas más importantes de Estados Unidos en el 2023. Fue una señal del poder de atracción que tiene este grupo de boxeadores, y también fue un choque entretenido. En contra de eso, aunque García tuvo algunos momentos, fue un asunto bastante unilateral y la forma de la parada sugirió una capitulación por parte de "KingRy". Difícilmente el material del que están hechas las rivalidades legendarias.
Es un mérito de García que en menos de un año volviera a enfrentarse a Haney. Si hubiera perdido, habría sido 0-2 contra los demás y, en el mejor de los casos, el Wilfred Benítez del grupo. (Si esa comparación le ofende, dado que Benítez es merecidamente un miembro del Salón de la Fama, entonces habría sido el Peter Lawford de este particular Rat Pack. Niños: preguntad a vuestros padres. O a vuestros abuelos).
A lo largo de los seis asaltos del sábado por la noche en el Barclays Center, a este observador le pareció que eso era lo que estaba en juego. Al igual que contra Davis, García tuvo sus momentos -sobre todo un gancho de izquierda que sacudió a Haney en el primer asalto-, pero su estrategia parecía consistir en dedicar 30 segundos en cada asalto, normalmente los primeros 30, a tratar de asestar un golpe potente y luego retirarse y bailar alrededor del cuadrilátero, dándole literalmente la espalda, más o menos.
Incluso después de lo que resultó ser un séptimo asalto decisivo, cuando García derribó a Haney y lo tuvo colgando desesperadamente, seguía dando la sensación de que ése podría ser el caso. García perdió la concentración y golpeó a Haney en la pausa, lo que provocó que un Harvey Dock demasiado oficioso pidiera tiempo, diera a Haney unos segundos extra para recuperarse y le quitara a García un punto potencialmente vital. Y en los dos siguientes asaltos, aunque Haney aún parecía afectado por la carnicería general del séptimo, parecía estar recuperando su ritmo.
Los explosivos últimos asaltos de García sellaron la victoria y, de paso, insuflaron nueva vida a los Cuatro Príncipes.
Aparte del hecho de que fue un combate emocionante, aparte del hecho de que García consiguió una victoria emocionante, creó una rivalidad genuina -ahora es casi seguro que veremos una revancha- y dejó a otros buscando una parte de la acción. Stevenson, por ejemplo, no perdió tiempo en felicitarle en las redes sociales y dejar claro que quería un poco de ese humo.
La victoria de García era importante no para su carrera, sino para la rivalidad del grupo. Porque cualquier reedición de Cuatro (o Cinco) Reyes necesita un Sugar Ray Leonard, y eso es lo que García es ahora.
Advertencia importante nº 2: No estoy diciendo que García sea Ray Leonard. No digo que sea, o vaya a ser, ni remotamente tan grande. Pero Leonard era la estrella en torno a la cual los demás reyes se veían obligados a orbitar; era el guapo, popular y favorito de Madison Avenue con el que los demás querían pelear. Y lo que es más importante, él también quería pelear con ellos (aunque jugase con Hagler, esperase a que envejeciese y se retirase y se desjubilase un par de veces antes de enfrentarse a él). García es el equivalente del 2024, con 11 millones de seguidores en Instagram y, lo que es más importante, una clara voluntad de subirse al ring con los demás.
(Hay otro desafortunado paralelismo. Entre bastidores, la vida de Leonard se convirtió en una de presuntos abusos conyugales y consumo de drogas y alcohol. La victoria de García no debe hacer olvidar las preocupaciones reales sobre su salud mental. El hecho de que haya ganado no significa que los dos últimos meses hayan sido una actuación; sí, podría haber estado ejecutando, a la perfección de Andy Kaufman, un homenaje al histrionismo de Muhammad Ali antes de vencer a Sonny Liston, pero lo más probable es que García necesite a su alrededor personas que le apoyen y se preocupen por él como ser humano más que como "gallina de los huevos de oro", quizá ahora más que nunca).
Queda por ver qué pasará a partir de ahora. Mi entusiasmo por los Cuatro Príncipes puede resultar infundado o no desarrollarse como yo imaginaba: López puede haber perdido su oportunidad, Davis puede seguir nadando en una piscina completamente diferente. Puede que Stevenson acabe siendo el otro miembro del grupo. Pero la victoria de García insufla nueva vida a la perspectiva de un grupo de boxeadores expertos haciendo lo que a los aficionados al boxeo les gusta que hagan los boxeadores: enfrentarse entre sí, con mucho en juego, y ofrecernos combates memorables en el proceso.