La medida en que la pelea del sábado entre Devin Haney y Vasyl Lomachenko representa un choque de culturas se puso de manifiesto, involuntariamente o no, a lo largo de la rueda de prensa final del miércoles.
Por segundo día consecutivo, Haney, el indiscutible campeón del peso ligero, mencionó a Alá, y el miércoles su padre, su entrenador y su mánager Bill se unieron a él para hacerlo. Lomachenko, por segundo día consecutivo, mencionó a Dios, y tanto en la mesa como cuando fue entrevistado llevaba una camiseta en la que se leía "Bendito sea el Señor, Salmo 103". Este último, tras una inspección más detallada, incluye las líneas "Alabado sea el Señor... que satisface tus deseos con cosas buenas, para que tu juventud se renueve como la del águila", que bien puede ser lo que resuene en el púgil de 35 años que pelea por convertirse en campeón indiscutible y, por lo tanto, cumplir la ambición que ha mantenido desde que se hizo profesional. El judío Bob Arum, por cierto, se sentó entre ellos en todo momento.
Fue en el 2013 cuando, con 25 años, Lomachenko debutó como profesional y derrotó a José Luis Ramírez, tras haber concluido una de las mejores carreras amateur al ganar dos oros olímpicos.
Haney, de 24 años, resistió la tentación de buscar la gloria en los Juegos Olímpicos para convertirse en profesional a los 17, y lo hizo en Tijuana, México, porque él y Bill Haney creían que no tenía un día que perder.
También fue notable que Lomachenko, tan magníficamente elaborado por los métodos únicos de su padre y entrenador Anatoly, que incluyen ejercicios de entrenamiento cerebral -los métodos de Bill Haney, entusiasta del hip hop, los aprendió de, entre otros, Roy Jones Jr, Floyd Sr y Roger Mayweather-, volviera a estar acompañado únicamente por su mánager Egis Klimas. Anatoly trabajará en la esquina de su hijo el sábado en el MGM Grand Garden Arena, pero se resistió a unirse a Lomachenko y Klimas, que se sentó con el ex campeón tanto para traducir como para apoyarle. Lomachenko tiene el aire de un boxeador decidido que no necesita apoyo. Klimas incluso se corrigió a sí mismo, de forma un tanto refrescante, y dejó de utilizar la jerga tradicional del boxeo cuando dijo "estamos listos" para subrayar que quería decir que Lomachenko está preparado para pelear el sábado. Por su parte, Lomachenko sonó como un boxeador que disfruta y anticipa una batalla táctica.
Haney, por el contrario -y quizás de forma natural, dado que reside en Las Vegas desde hace mucho tiempo-, sólo estuvo acompañado en la mesa principal por su padre, pero contó con numerosos amigos y familiares entre el público que le brindaron su apoyo.
Los contrastes entre los dos boxeadores continuaron cuando se enfrentaron y sirvieron para recordar hasta qué punto Haney es considerablemente más grande que su contrincante, lo que no desalentó al presentador de ESPN y Top Rank en su intento de sugerir que el combate del sábado será probablemente una batalla cara a cara y una prueba para el corazón de cada boxeador. Un reflejo más exacto de lo que podría ocurrir se encuentra en la sala de baile contigua al Grand Garden Arena, donde Top Rank ha colocado un tablero de ajedrez gigante y las piezas correspondientes delante de uno de los carteles del combate.
Antes de que concluyera la rueda de prensa del miércoles, Haney, quizás de forma reveladora, habló de su aprecio por Top Rank durante el breve tiempo que lleva con los influyentes promotores. Su contrato con ellos expira después de la pelea del sábado, tras la cual, en caso de victoria convincente como se predice ampliamente, será el agente libre más valioso del mundo, y sin embargo habló -probablemente incitado previamente a hacerlo por su estudioso padre- como si esperase renovar los términos.