Con la fuerza de la actuación de Devin Haney en su victoria en diciembre sobre Regis Prograis, y la pobreza de la de Teófimo López en su victoria sobre Jamaine Ortiz la semana pasada, Haney ha superado a López como líder mundial del peso superligero.
Me sorprendió que Ortiz saliera en posición de zurdo y optara por boxear tanto como lo hizo. Tenía un plan de juego brillante -se le vio muy bien durante los seis primeros asaltos- pero, como en el pasado, se cansó y se quedó sin respuestas. He puntuado un combate igualado a favor de López; Ortiz no lanzó suficientes golpes en la segunda mitad del combate.
Me sorprendieron los problemas de López para cortar el anillo. Fue el mejor y más potente golpeador siempre que conectó - que tampoco fue a menudo - pero le costó aterrizar combinaciones y utilizar ese poder con suficiente regularidad, a pesar de que merece crédito por aterrizar los golpes al cuerpo que pueden haber frenado a Ortiz.
Es difícil concluir que la reputación de ambos boxeadores no se haya visto perjudicada. Ortiz, que también perdió según los jueces, tuvo problemas para completar una actuación de 12 asaltos, y López mostró defectos técnicos que harán que sus rivales se alegren ante la perspectiva de pelear con él. Ortiz había sido conocido por protagonizar buenas peleas contra rivales de calidad; en su lugar, empezará a ser reconocido como alguien que puede hacer peleas aburridas, si así lo decide, lo que le dificultará conseguir otra gran oportunidad.
No había motivos suficientes para dudar de que López sigue siendo el boxeador que derrotó de forma tan impresionante a Josh Taylor para ganar el título de la WBO el pasado mes de junio; incluso entonces se le veía como alguien tan capaz de sobresalir como de rendir por debajo de sus posibilidades, lo que refleja el grado de su imprevisibilidad fuera del cuadrilátero. Pero del mismo modo que contra Taylor demostró lo contragolpeador natural e intuitivo que es, Ortiz demostró lo mucho que le cuesta cuando tiene que pelear al frente, utilizar su jab y llevar la iniciativa.
Muchos han vuelto a culpar al padre y entrenador de López, Teófimo Sr, pero por muy positivo que creo que sería para Teófimo Sr trabajar con otros entrenadores -cuando su hijo derrotó a Richard Commey en 2019, Joey Gamache también estaba en la esquina- conoce muy bien a su hijo y no necesita reemplazarlo. López tiene 26 años; por muy impresionante que haya sido ya, incluso contra Taylor y Vasyl Lomachenko, le queda mucho potencial por desarrollar. A veces, en la esquina, todo lo que se necesita del entrenador es ayudar al boxeador a entender en el momento lo que se necesita.
La escuela de pensamiento de Chris Algieri: García puede ser para Haney lo que Gatti fue para Mayweather
Mikey Williams / Top Rank Incr
De mayor causa para López y los que le rodean podría ser el hecho de que las cosas que Ortiz hizo bien, Haney puede hacerlas aún mejor. Pero la pelea en la que el mundo espera verle el 20 de abril, contra Ryan García, es más grande en su valor comercial que en el competitivo.
Tiene mucho sentido para Haney, y creo que lleva en marcha mucho más tiempo de lo que nos quieren hacer creer. Su padre, entrenador y mánager, Bill, ha sabido guiar a Devin con maestría en el negocio del boxeo, y esta pelea vuelve a demostrarlo: ganará una enorme cantidad de dinero ante un gran número de ojos y, en última instancia, tendrá acceso a la enorme afición de García, que es lo que necesita.
Haney ya tiene títulos. Es el campeón de la WBC de las 140 libras y fue el campeón indiscutible de las 135 libras, donde venció a Lomachenko. Los Haney están siguiendo los pasos de Floyd Mayweather: están dando prioridad a conseguir victorias y pueden preocuparse de atraer a la gente más tarde. García es el rival perfecto para ello. Es para Haney lo que Arturo Gatti fue para Mayweather en el 2005: el rival popular que no tiene ninguna posibilidad de victoria. Si Haney puede vencer a García como Mayweather venció a Gatti, algo de lo que es capaz, mejorará su reputación. Haney lució muy bien contra Prograis, en una noche en la que quedó claro lo mucho más fuerte y saludable que es en las 140 libras, pero aún no podemos estar seguros de si está en su mejor momento. Podría ser aún mejor en 147 libras.
Fue Matchroom con quien Haney firmó tras dejar Top Rank después de vencer a Lomachenko, y fue Matchroom quien anunció esta semana el fichaje de Subriel Matías, campeón de la IBF. Matías es divertido, duro, un destructor de dos puños que derriba a sus oponentes hasta que dejan de existir, y al que no le importa recibir golpes.
Veo a Matchroom emparejándolo con Liam Paro, que derrotó a Montana Love en la cartelera de Prograis-Haney. También puedo ver, a largo plazo, si retiene los títulos, a Matias emparejado con Haney, o Prograis.
También se rumorea que Jack Catterall, otro superligero promovido por Matchroom, está a punto de llegar a un acuerdo para pelear con Taylor en la revancha del 27 de abril, y aunque eso complacerá a muchos, Taylor-Catterall II me parece otra pelea demasiado marcada. Ya ha tenido falsos amaneceres, y desde el más reciente de ellos, Taylor ha perdido contra López y, contra Jorge Linares, Catterall ha luchado por impresionar.
Richardson Hitchins, uno de mis antiguos compañeros de sparring, también puede desempeñar un papel en cómo se desarrolle todo en las 140 libras, que en el 2024 es la mejor división del mundo. Desde el punto de vista estilístico, es capaz de dar una paliza a todos esos nombres; hoy mismo ya es capaz de vencer a "Rolly" Romero, el campeón de la WBA.