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Álvarez vs Ryder: La semana que fue

Miércoles 3 de mayo

El inicio de la semana de preparación de la pelea entre Saúl "Canelo" Álvarez y John Ryder demostró hasta qué punto, y no es que fuera del todo inesperado, Ryder es visto como poco más que una pareja de baile del todopoderoso Álvarez entre los de Guadalajara.

La rueda de prensa, celebrada en el Hotel Riu, de aspecto corporativo, estuvo precedida por sendos "encuentros" de ambos boxeadores con los medios de comunicación. Ryder, acompañado por el francamente citable Eddie Hearn y su entrenador Tony Sims, estuvo acompañado por poco más de un puñado de los presentes, la mitad de los cuales formaban parte del contingente británico. El resto eran mexicanos, lo que significa que ninguno de los medios de comunicación estadounidenses que ya se encontraban en la ciudad para cubrir el combate del sábado se molestó en dedicar tiempo a Ryder.

Tal vez inevitablemente, Álvarez contó con un número considerablemente mayor de asistentes, debido a la presencia de más mexicanos y estadounidenses. Hasta qué punto el interés por Álvarez -y, de hecho, el elemento mexicano de su primera pelea fuera de Estados Unidos desde noviembre del 2011 y primera en Guadalajara desde aquel junio- está influyendo en los últimos días antes de la pelea del sábado quedó demostrado entonces por el hecho de que las preguntas que se le hicieron al boxeador de más alto perfil y más vendible del mundo, y que por lo tanto respondió, en español, no fueron traducidas.

Normalmente, el deseo de promocionar y vender películas de pago por visión implica que se haga todo lo posible por intentar que todos los espectadores posibles estén lo más al tanto posible del combate en cuestión. Sin embargo, en Guadalajara en el 2023, la única audiencia a la que se da prioridad es la que sabe hablar español, y quizás sea lo más apropiado, dado el carácter de "regreso a casa" de la ocasión.

Se han hecho comparaciones entre la pelea del sábado y la celebrada 20 años antes en el Estadio Azteca de México entre el provocador estadounidense Greg Haugen y el gran Julio César Chávez. Sin embargo, donde Haugen había insultado tanto a Chávez como al pueblo mexicano, Ryder y quienes le rodean están llenos de respeto. Ryder no ha intentado ni una sola vez, de forma audible, desquiciar al campeón indiscutible del peso supermedio, y su entrenador, Tony Sims, se mostró igualmente cortés en la rueda de prensa, en la que habló en inglés e hizo una pausa para que le tradujeran al español, y comenzó agradeciendo a los presentes el recibimiento que les habían dispensado y resaltando su respeto por la comunidad de luchadores mexicanos al decir, entre otras cosas: "Venimos de Londres; de orígenes humildes". El hecho de que Hearn empezara diciendo: "Anoche me estaba cortando el pelo en Guadalajara y me dijeron: 'Bienvenido a casa'", sugiere que no iba a adoptar el mismo enfoque.

Hearn, tan decisivo en la organización del combate del sábado y en las carreras de ambos boxeadores, debería haber estado sentado en la mesa principal. No se puede decir lo mismo de Mauricio Sulaimán, el presidente del cada vez más lamentable de la WBC, que no sólo insistió en hablar, sino en promocionar el último cinturón sin sentido de la WBC. Tomándose su tiempo para ser condescendiente con Ryder -aunque afortunadamente resistió el impulso de darle una palmadita en la cabeza-, le dijo al aspirante: "Puedes confiar en que los jueces te tratarán con respeto". No está claro si Ryder y Sims se marcharon llenos de confianza y preguntándose por qué se habían preocupado.

Poco después de que concluyeran las presentaciones, cesaron los intentos de traducir al inglés a los que hablaban español para una rueda de prensa que se retransmitía por televisión. Cuando los boxeadores se enfrentaron, la ventaja de Ryder en tamaño fue inesperadamente pronunciada.

Entre los presentes en todo momento se encontraba nada menos que Conor Benn, quien, en medio de la disposición de Hearn a hablar de que podría pelear el 17 de junio en Estados Unidos, apoyaba a su amigo y compañero de cuadra y seguía siendo relevante. Hearn espera anunciar los detalles de esa promoción de forma inminente.

Jueves 4 de mayo

A pesar de que el Hotel Riu de Guadalajara se conoce como el "hotel de la pelea" para Saúl "Canelo" Álvarez-John Ryder, es el Hotel Hilton, considerablemente más elegante, donde se alojan muchas de las personas importantes para la promoción del sábado.

Tony Sims y Dan Lawrence, el entrenador y el preparador físico de Ryder, se muestran tan relajados como su boxeador y Conor Benn, otro de los presentes. A falta de una preparación de la pelea organizada por Canelo Promotions -una organización en pañales-, Ryder, su promotor Eddie Hearn y algunos de los que le rodean realizaron entrevistas en el Hilton donde, quizá de forma típica, soportaban la espera a la que siempre se enfrenta un boxeador antes de poder pesarse, rehidratarse y, en última instancia, pelear.

Si la página web de Canelo Promotions es un fiel reflejo de su potencial como promotores, merece la pena reconocer que su cabeza visible -el boxeador más importante del mundo, Álvarez- figura en ella con un total de 55 peleas y una derrota. Quedan por registrar seis victorias y una derrota más, lo que, dada la obligatoria grandilocuencia a la que tan rutinariamente se entregan casi todos los promotores, sugiere que aún tienen mucho que aprender.

Quizá no organizaron ninguna actividad promocional para el jueves porque no querían que quienes cubrieran el combate del sábado se perdieran el correo electrónico titulado, simplemente, "Recomendaciones". "La lista de objetos permitidos y prohibidos para la pelea entre Saúl 'Canelo' Álvarez vs John Ryder", decía el correo electrónico. Se complementaba con cuatro archivos adjuntos que enumeraban, en español -y en dos formatos diferentes-, las 24 misceláneas prohibidas y las 13 sancionadas. Admirablemente, los palos selfie estaban entre los prohibidos.

ProBox TV prefirió leer ese correo electrónico a asistir al acto que la WBC había organizado en el Hotel Riu el jueves por la tarde. La naturaleza sobredimensionada del modelo de cinturón de la WBC colocado en el vestíbulo del hotel antes de que comenzara sólo puede haber sido superada por la prepotencia de la WBC; la casi orgía que sin duda esperaban supervisar espero que no.

Viernes 5 de mayo

"El rey vuelve a casa", rezaba el telón de fondo del Teatro Degollado de Guadalajara, donde Saúl "Canelo" Álvarez y John Ryder participaron en el pesaje ceremonial del viernes, previo a la pelea del sábado.

Degollado, por cierto, se traduce como "decapitado", pero el lugar, casi decepcionantemente, se parecía mucho a muchos otros teatros anticuados. Lo más curioso es que ambos boxeadores ya se habían pesado el viernes por la mañana, a puerta cerrada. Los pesajes ceremoniales suelen tener lugar para ayudar a promocionar el combate en cuestión y, por tanto, ante el público. Aunque había público presente -un pequeño contingente que estaba en la ciudad para apoyar a Ryder se dio a conocer-, al celebrarse dentro del teatro había un límite de asistentes. Además, el teatro está situado en una amplia plaza, por lo que había más gente esperando fuera para ver brevemente a los dos boxeadores que dentro, donde tampoco se entrevistó a los boxeadores, a pesar de que para entonces ya habían tenido la oportunidad de rehidratarse y recuperarse.

Mauricio Sulaimán, como era de esperar, pasó más tiempo en el escenario que cualquiera de los dos boxeadores, y también habló. Quizá lo más descarado de todo es que se hubiera ido creyendo que la mayoría de los asistentes parecían apreciarle, aunque su respuesta hacia él fuera un reflejo de su expectación ante la llegada de "Canelo", con quien lleva mucho tiempo trabajando para asociarse.

Un grupo de mariachis interpretó un repertorio mientras crecía la expectación, una expectación que en muchos sentidos se vio reflejada en la presencia de Julio César Chávez padre y Marco Antonio Barrera, ambos presentes en sus respectivos papeles de comentaristas de televisión.

Cuando Ryder fue presentado en el escenario, en medio, inevitablemente, de algunos abucheos, se desnudó hasta quedar en calzoncillos y calcetines, sin saber cuánto tardaría Álvarez en reunirse con él y que estaría allí de pie esperando. En Guadalajara, aún más que en Las Vegas, lo que se estaba desarrollando era el show del "Canelo".

Como si el maestro de ceremonias, David Diamante, no estuviera ya esforzándose al máximo para que la ocasión fuera lo más grandiosa posible, un cantante mexicano apareció en el escenario para cantar antes de la presentación de Álvarez, todo ello mientras el relajado Ryder se hacía esperar. Cuando el campeón indiscutible del peso supermedio fue finalmente presentado en el relativamente oscuro escenario de la sala del teatro, llevaba unas gafas de sol que parecían tan apropiadas como el kimono que llevaba Eddie Hearn, el de la crisis de los cuarenta.

Siguió un largo cara a cara entre los dos boxeadores y, finalmente, un cántico latinoamericano a favor de Álvarez. Como era de esperar, antes de que pudiera despegarse del escenario, Sulaimán supervisó el lanzamiento de golosinas a la pequeña multitud.

Sábado 6 de mayo

El autobús de enlace entre el Hotel Riu, en el centro de Guadalajara, y el Estadio Akron, en las afueras, iba tan lleno de personas que se dirigían a pelear con Saúl "Canelo" Álvarez en su regreso a casa que a veces parecían ganado.

Cuando finalmente se detuvo en el aparcamiento, tuvo que hacer un largo viaje a través del mismo, donde numerosos aficionados mexicanos a la pelea estaban reunidos desde primera hora de la tarde, muchos de ellos disfrutando de barbacoas junto a sus coches.

ProBox TV llegó poco antes de las 4 de la tarde, cuando, curiosamente, estaba a punto de comenzar un intermedio de una hora en el que los medios acreditados no habrían podido recoger sus pases y simplemente habrían tenido que esperar fuera bajo el intenso calor. Tras conseguir la entrada al estadio, comenzó el precario trayecto de 20 minutos hasta los asientos de los ringside, a través de todo tipo de cables por los que en ocasiones había que trepar, a veces en zonas del estadio a las que una organización más experimentada que Canelo Promotions probablemente habría prohibido el acceso.

La presencia de los grandes Marco Antonio Barrera y Julio César Chávez en el cuadrilátero recordaba la importancia de la ocasión, que corría el riesgo de quedar desvirtuada por la presencia, por todas partes, de las pulseras luminosas que tan a menudo lucen artistas satisfechos de sí mismos pero infinitamente insípidos como Coldplay.

Entre las conversaciones que tuvieron lugar junto al ring se encontraba una entre representantes de ESPN y DAZN. DAZN, curiosamente, dados sus intentos de promover lo que casi obligatoriamente se denomina "contenido", deniega a ESPN el permiso para mostrar los mejores momentos de sus peleas en el popular programa SportsCenter de ESPN, que podría ser sin más un buen lugar para empezar a darles a conocer.

Poco después de que David Diamante tuviera que hacer una pausa en su presentación para comprobar el nombre del árbitro que estaba a su lado, Eddie Hearn llegó al ring con Regis Prograis a cuestas, confirmando así los rumores que se habían extendido en los círculos del boxeo de que la campeona del peso superligero del WBC había llegado a un acuerdo promocional con Matchroom. El comunicado de prensa de Matchroom anunciando la noticia no se hizo esperar.

Poco después, se pudo ver a Hearn refiriéndose a su "mejor fichaje de la historia", lo que, a pesar del talento y el atractivo de Prograis, fue una sorpresa. Luego se hizo evidente que se refería a Andy Cruz, porque Cruz no tardó en estar junto al ring y fue objeto de otro anuncio oficial.

En la rueda de prensa posterior al combate, John Ryder seguía limpiándose la sangre de la nariz que, según dijo, Álvarez se había roto en el segundo asalto, hasta el punto de que su silla tuvo que ser sustituida antes de que Álvarez acudiera a la suya. Era casi la una de la madrugada en Guadalajara cuando Álvarez apareció, junto a Hearn, Eddy Reynoso, su mujer y sus dos hijos. Antes de que lo hiciera, Ryder y él habían pasado un rato juntos estrechando lazos por su recién descubierto respeto mutuo.

La impresión más duradera de la velada fue sin duda el grado de decepción de Ryder. Se describió a sí mismo como "abatido" por haber perdido, a pesar de lo mucho que había impresionado y mejorado su reputación. Allí estaba sentado un boxeador intrépido que no sólo tenía corazón, sino que había creído que iba a ganar y no se consolaba de lo positiva que había sido para él la velada en muchos sentidos.