De camino al Desert Diamond Arena el sábado por la noche, ProBox TV se cruzó con innumerables seguidores de los 49ers de San Francisco, que el domingo se enfrentaban a los Cardinals de Arizona.
Era casi descorazonador que tan pocos -a juzgar por la ausencia de las brillantes camisetas rojas de los 49ers que tan fácil hacían identificarlos- tuvieran interés en ver el Jesse Rodriguez-Sunny Edwards, que representaba una de las peleas más atractivas del 2023.
Había cortinas negras en la arena para enmascarar la grada superior y otros asientos vacíos, y aunque eso seguirá siendo durante mucho tiempo la realidad para los boxeadores de las divisiones de peso más ligero, cuando había tantos aficionados al deporte en la ciudad, con una velada libre y la capacidad de albergar a un público más numeroso, había pocas dudas de que en algún lugar se había perdido un truco.
A pesar de todo, ello no impidió que se respirase un buen ambiente y que existiese tensión en el aire a medida que se acercaba el evento principal (Edwards era abucheado cada vez que aparecía en su vestuario; Rodríguez era aclamado apasionadamente).
Para entonces, se había reproducido en varias ocasiones un vídeo de Eddie Hearn, en el que hablaba de las camisetas con la marca Matchroom que se iban a "disparar" al público, y de que si alguien conseguía atrapar la camiseta firmada por él ganaría un premio adicional que ProBox TV se negó a mantener en la zona el tiempo suficiente para conocer. Por razones que siguen sin estar claras, hubo un nivel desproporcionado de entusiasmo ante la perspectiva de atrapar incluso una camiseta no firmada, pero el Desert Diamond Arena está en un país que tan recientemente votó para ser su líder a Donald Trump.
Se pudo ver de nuevo a Edwards, desde su camerino, cuando se entonaban los himnos nacionales previos al combate; en ese momento era difícil pensar en otro boxeador más enamorado de su carrera y de todo lo que conlleva.
También era difícil pensar en un boxeador más arrogante cuando, con un récord de 20-0, subió al cuadrilátero con la sintonía de Matrix, vestido con un chándal en el que se leía "21-0", y se tomó su tiempo para disfrutar del ambiente y de la ocasión, y absorber la energía que sin duda podía sentir. Es una pena que para entonces David Diamante le hubiera presentado como natural de Sheffield. Sheffield y Croydon, de donde Edwards es en realidad, no están más cerca de lo que el mundo (que es esférico) está de tener "cuatro esquinas", como Diamante insiste repetida y tediosamente en decir.
Cuando Hearn y Galal Yafai -posible futuro rival de Edwards- abandonaban el ring tras ver a Rodríguez protagonizar una de las mejores actuaciones del año, ProBox TV escuchó a Hearn decirle a su boxeador: "Juego limpio para Sunny", lo que sin más reflejaba lo que, tras admirar lo que acababan de ver hacer a Rodríguez, pensaban todos los demás. Mostró un coraje considerable al negociar con un boxeador con el que sabía que no debía arriesgarse a negociar, y al continuar peleando después de haber llegado a un punto en el que sabía que era casi seguro que perdería.
Después de semejante muestra de coraje, es difícil no preguntarse cuánto podría haberle quitado Rodríguez físicamente (Edwards ya ha revelado que sufrió una fractura orbital medial en el ojo izquierdo). Sin embargo, aún más relevante puede ser el daño a su psique. Tenía un aire de invencibilidad como pocos boxeadores en activo, y nunca lo recuperará del todo.