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Diario de la semana del combate entre Prograis y Haney: Tercer día


En el Reino Unido, donde nació y forjó su reputación, Eddie Hearn es en muchos aspectos, entre los seguidores del boxeo, el villano de la pantomima.


En San Francisco -y sigue sin estar claro si los que se preparan para asistir al Regis Prograis-Devin Haney están comprometidos con el deporte o disfrutan de la rara ocasión por lo que es- es bastante más querido. Dado el perfil de Hearn en el 2023, aún puede ser que fueran los observadores más casuales del boxeo los que se oyeran, pero no había incertidumbre en el "Eddie Hearn, ¿qué pasa?" que se gritó antes del pesaje en el Chase Center el viernes por la tarde. "Tú en la bahía. Tú en la bahía. Te apreciamos, Eddie". Un promotor que quizá hace tiempo que quiere ser querido, sonrió en señal de reconocimiento, y lo siguiente, por tanto, sorprendió.


Paco Damián, el promotor de Quilisto Madera, declaró a ProBox TV que le había dicho a Hearn que probablemente tendría que ponerse en medio de Madera y Amari Jones cuando se enfrentaran tras el pesaje, debido al riesgo de que el temperamental Madera se extralimitara. Cuando se enfrentaron, parecía que sus preocupaciones estaban justificadas, pero Hearn -quizás por esa misma razón- no estaba en medio, donde podría volver a ser el centro de atención.


Los boxeadores implicados en el combate principal se habían pesado el viernes por la mañana, pero volvieron a subirse a la báscula el viernes por la tarde con fines promocionales. ProBox TV no puede evitar preguntarse si, al ser el boxeador más pequeño, el pesaje más temprano frustró a Prograis. El hecho de que Haney llevara gafas de sol en la conferencia de prensa del jueves sugirió que podría haber estado luchando para llegar al límite de 140 libras para la pelea del sábado por el título superligero de la WBC, lo que potencialmente significa que las pocas horas adicionales que tuvo para rehidratarse son más una ventaja para el retador que para el campeón.


A pesar de todo, Prograis encontró algo positivo en la ocasión. Prograis, que en el fondo es un melancólico boxeador callejero, se alegró de que muchos de los asistentes apoyaran a Haney y, por tanto, de que no le gustaran. Después de que Haney y él subieran a la báscula, se produjo un cara a cara que fue uno de los más intensos y prolongados que ProBox TV ha presenciado. En él se pudo ver a dos boxeadores llenos de respeto el uno por el otro, y también la determinación del obrero Prograis de meterse en la piel de Haney y demostrar por qué, de los dos, él es el macho alfa. También fue Haney quien, al final, apartó la mirada, y aunque hay pocos motivos para pensar que se sienta intimidado por Prograis, no cabe duda de que fue Prograis quien se alimentó de la energía que existía en torno a su enfrentamiento final antes del combate.


Fue nada menos que Bill Haney -quizá inevitablemente- quien se abrió camino hasta el centro de la escena, derrotando al en esta ocasión dispuesto a involucrarse Hearn. Haney Sr. es tan capaz de apresurarse como cualquiera en el boxeo: sabía lo que estaba haciendo y cualquiera que le observara y no estuviera seguro también lo supo en el momento en que se giró para mirar a una de las cámaras de DAZN y comprobar que estaba a tiro. Para no quedarse atrás, el chupasangre de la WBC, Mauricio Sulaimán, que seguía careciendo por completo de conciencia de sí mismo, también acabó abriéndose paso cuando el público empezó a dispersarse.


"Que se jodan los Haneys", gritó Prograis cuando tomó el micrófono inmediatamente después. "Que se jodan los Haneys. Que se jodan los Haneys...". Si, como es de esperar, pierde su título el sábado por la noche, no será porque se haya dejado intimidar de alguna manera por los Haneys, a los que reconoce que Matchroom y DAZN favorecen.