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El gran combate de todos los tiempos entre Navarrete y Valdez resultó ser Barrera vs. Morales para la era moderna

PHOENIX: Emanuel Navarrete y Oscar Valdez estaban hechos el uno para el otro.

La empresa promotora Top Rank, con sede en Las Vegas, había estado promocionando el acontecimiento durante toda la semana como la reunión de dos guerreros mexicanos que iban a estar a la altura del legado de los grandes boxeadores del pasado de su país.

Los icónicos boxeadores Marco Antonio Barrera y Erik Morales, famosos por sus guerras de sangre y vísceras de principios de la década del 2000, asistieron incluso a los actos de prensa de esta semana para elogiar a la generación actual.

Así pues, Navarrete y Valdez estaban sometidos a una gran presión, y vaya si la cumplieron.

Desde el pitido inicial, estos dos púgiles se pusieron manos a la obra, con Navarrete disfrutando de un mayor éxito en el primer asalto, ya que supo manejar mejor la distancia para evitar la mayoría de los golpes más potentes de Valdez, al tiempo que se mantenía en el rango necesario para despachar los suyos.

Cada golpe hizo vibrar a los 10.246 aficionados presentes en el Desert Diamond Arena de Glendale. Golpe al cuerpo, ¡vaya! Combo a la cabeza, ¡sí! Y un contragolpe furtivo para recordarle a uno quién manda, ¡oh baby!

Valdez peleó con las intenciones y la intensidad que le habrían permitido ganar asaltos contra otros boxeadores, pero frente a Navarrete, luchó por cerrar la brecha lo suficiente como para hacer el tipo de daño que no sólo frustraría al campeón, sino que le daría el visto bueno en las tarjetas de puntuación de los jueces.

En su lugar, Navarrete lanzó un guante de izquierda a la sección media de Valdez, lanzó uno-dos a la cabeza para evitar que Valdez se acercara demasiado, y pudo cargar con manos izquierdas desde todos los ángulos lanzadas a todos los objetivos.

Navarrete fue demasiado torpe, demasiado astuto y demasiado técnico para Valdez durante los tres primeros asaltos, ganándose una eliminación hasta ese momento en la tarjeta de puntuación no oficial de ProBox TV.

Tal vez, en el cuarto, levantó el pie del acelerador lo suficiente para que Valdez lanzara ocasionales golpes de advertencia.

Sin embargo, en el quinto asalto, conectó un gancho desde corta distancia -y luego otro a modo de contragolpe-, lo que sugiere que pelear desde dentro puede dar mejores resultados que permitir que Navarrete confíe en su astucia desde lejos.

Luego, en el sexto, Valdez dio muestras de que estaba cambiando las tornas al hacer tambalear a Navarrete con un gancho de izquierda a la mandíbula, el golpe más claro de la noche.

En el ecuador del combate, el impulso había cambiado y obligó a Navarrete a renunciar a su ventaja, o a realizar un cambio estratégico para anular las adaptaciones que Valdez había hecho a su plan de juego.

Cuando Valdez se ponía a tiro, mantenía la guardia más cerrada, pero en el octavo asalto a menudo se quedaba demasiado tiempo sin lanzar, lo que permitía a Navarrete aprovecharse y acribillar esa guardia con golpes hasta que uno o dos atravesaban la defensa.

Valdez telegrafiaba tan mal una mano derecha que Navarrete tenía tiempo de sobra para alejarse del golpe y ver cómo fallaba sin remedio.

Sin embargo, el rival tuvo sus momentos. En el noveno asalto, por ejemplo, volvió a asestar un golpe tan devastador que tuvo un claro efecto en un aturdido Navarrete.

Sin embargo, con demasiada frecuencia, la respuesta sería un fracaso en el seguimiento de ese éxito y en su lugar ver el jab de Navarrete venir a su manera una y otra y otra vez.

Esa confianza en el jab puede haberse debido a que Navarrete se lesionó la mano derecha, cediendo otra ventaja a Valdez, que había ganado algo de terreno.

Esta fue una gran pelea y no sólo se evidenció por el daño que cada uno había acumulado, con el ojo de Valdez casi cerrado y las piernas temblorosas de Navarrete, sino en lo técnica y violenta que había sido de principio a fin.

Navarrete obtuvo una puntuación realista de 116-112 de un juez, pero luego dos amplias puntuaciones de 118-110 y 119-109 no contaron la verdadera historia del trabajo de Valdez.

Barrera y Morales habían estado aquí toda la semana. Y eso resultó ser un presagio, ya que deberíamos ver a estos dos guerreros pelear una y otra vez, con Navarrete y Valdez en una posición privilegiada para forjar una gran era propia de todos los tiempos en la era del boxeo moderno.