Devin Haney venció a Regis Prograis por decisión unánime para conquistar el título de los superligeros de la WBC y hacer su mejor declaración como profesional.
En su primera pelea en las 140 libras, hizo que un rival de probada valía pareciera unidimensional para destronarle como campeón, y en la medida en que también demostró hasta qué punto el límite del peso ligero quizá le frenaba.
Con las cinco libras adicionales de peso demostró ser el más destructivo hasta la fecha, a menudo hiriendo a Prograis, derribándolo en el tercero y, en última instancia, convirtiéndose en campeón del mundo en un segundo peso.
Los tres jueces del ring le otorgaron tres victorias por 120-107. Su dominio fue tal que llegó a pelear con Teófimo López el título de campeón del mundo.
Prograis, de 34 años, corrió el riesgo de ser detenido en el segundo asalto, cuando ya había perdido el primero y, a costa de la hinchazón de su ojo derecho, empezaba a parecer agotado.
Cortó el ring con más eficacia que en junio contra Danielito Zorrilla, pero a diferencia de éste, fue castigado repetidamente cuando lo hizo. El boxeador notablemente más pequeño contra el ex campeón indiscutible, absorbió sucesivas manos izquierdas al cuerpo, y en un pasaje que de muchas maneras llegó a definir su pelea, se balanceó y se quedó corto con una mano izquierda salvaje y fue castigado cuando Haney contraatacó con una izquierda.
Haney, de 25 años, no tardó en dictar la distancia a la que peleaban, pero, después de que durante mucho tiempo se le acusara de falta de potencia, derribó al defensor del título con un derechazo. Prograis volvió rápidamente a ponerse en pie y asintió con la cabeza en señal de reconocimiento del éxito de su oponente; cuando volvió a quedarse corto con un puñetazo y Haney sonrió, fue tentador concluir que ambos se daban cuenta de que estaba fuera de su alcance.
El labio inferior de Prograis también se estaba hinchando para entonces, y se hincharía aún más como consecuencia de la consistencia de la sincronización de Haney y su jab. Durante el quinto también se le empezó a hinchar el ojo izquierdo, y en el sexto, después de haber sido herido también con un upper, se le doblaron las piernas tras una combinación de izquierda-derecha que le lastimó lo suficiente como para que, en una de las pocas ocasiones, se resistiera a intentar acercarse.
A partir de la conclusión del octavo, habría sido prudente que su respetado entrenador, Bobby Benton, considerase la posibilidad de rescatarle de un nuevo castigo, pero en lugar de ello optó valientemente -como se esperaba de él- por seguir peleando.
Haney, consciente de que iba camino de una victoria tan desigual, canceló un poco el combate a partir del 10º, quizás mostrando piedad hacia un oponente al que respetaba. Al sonar la campana final, las tarjetas de puntuación que siguieron rara vez habían parecido más inevitables; se confirmó inminentemente que el maduro, paciente y mejorado Haney había ganado todos los asaltos.
No es impensable que Prograis pelee a continuación contra Liam Paro, que detuvo a Montana Love a los 109 segundos del sexto asalto. Paro tenía previsto pelear con Prograis hasta que una lesión en el tendón de Aquiles le obligó a retirarse y fue sustituido por Zorrilla. Empezaba a superar a Love cuando, sin previo aviso, un uppercut de izquierda al mentón envió a Love hacia atrás y a la lona. Love ha sido acusado de falta de corazón, pero volvió a ponerse en pie, fue derribado casi de inmediato por otra mano izquierda, volvió a ponerse en pie una vez más y trató de sobrevivir hasta que intervino el árbitro Thomas Taylor.Andy Cruz demostró anteriormente su enorme potencial como profesional al detener al poco conocido Jovanni Straffon, de 30 años, en tres asaltos. La reputación del peso ligero cubano como uno de los mejores amateurs exige que demuestre su capacidad para llegar a competir con Shakur Stevenson, Gervonta "Tank" Davis y Vasyl Lomachenko en lo más alto de su división y, a sus 28 años y con ocasión de su segunda pelea, demostró que algún día podría hacerlo.
Tras un primer asalto convincente, el final debería haber llegado en el segundo. Una sucesión de uppercuts de derecha y rectos de derecha lastimaron repetidamente a su oponente mexicano que, aunque admirablemente decidido a permanecer de pie, debería haber sido rescatado por el árbitro Edward Collantes o por su esquina. En lugar de ello, ambos le permitieron pelear hasta el tercer combate, en el que el inevitable castigo adicional obligó a Collantes a intervenir a los 53 segundos.
Ebanie Bridges perdió su combate por el título del peso gallo de la IBF contra la japonesa Miyo Yoshida. La australiana mereció poco más que los 91-99, 97-93 y 99-91 a favor de su elegante rival.